domingo, agosto 10

El Principito platonista

- Dibújame un cordero.

Entonces dibujé. El hombrecito miró atentamente.

Luego dijo:

- No! Este está muy enfermo. Haz otro.

Volví a dibujar. Mi amigo sonrió amablemente, con indulgencia:

- Mira bien... no es un cordero, es un carnero. Tiene cuernos...

Rehice, de nuevo, mi dibujo. Pero fue rechazado, como los anteriores:

- Este es un cordero demasiado viejo. Quiero un cordero que viva mucho tiempo.

Se me había acabado la paciencia y, ansioso por montar mi motor le garabateé este dibujo. Y, cortante, le dije:

- Esta es una caja. El cordero que tú quieres está adentro.

Me llevé una gran sorpresa al ver cómo se iluminaba la cara de mi joven juez:

- Exactamente lo que yo quería!

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